De chico, solía quedarme horas observando el horizonte tras llegar de la escuela, otras mas admirando los bellos atardeceres que tiene mi pequeño estado, ya sea desde el cobertizo o bien sentado en una piedra fuera de la cerca, parado sobre ella y recargado en un poste de luz.
1 comentario:
Ah que lamentable...pese a ello, los reencuentros son fantásticos, como seguir la vida misma y estár a la disposición de seguir conociendo miles de personas y dentro de alguna de ellas encontrarse sin querer con esa mitad que te haga volar.
Saludos!
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